Luis
Antonio Chávez *
Escritor y periodista
luischavezpoeta@yahoo.com
Jorge
Arturo, escritor costarricense plasmó hace algunos años: “La poesía es un
espejo que muerde”, verso alojado en mi pecho como un haz guiándome por
senderos difuminados, canto sirviéndome de luz dentro de una barcaza en medio
del océano.
“…en
cada letra que escribo las consonantes se desangran, /igual que los ríos cuando
los muerden los peces”, escribe André Cruchaga (Nueva Concepción, Chalatenango,
1957) para entrar en calistenia, sondear el piso donde trajinará e irnos
inyectando de versos la vida, o por qué no decirlo: de ese espacio que le ha
sido dado y como al maná lo reparte en las símiles.
Filosofando
sobre los versos de André Cruchaga, creé un espacio, la atmósfera se me fue
dando a medida me adentraba en los poemas de este poeta cuya palabra da visos
de quedarse entre nosotros, pero a la vez ser universal, por eso no me
sorprende cuando me habla de Aristóteles, Descartes o Megan Fox.
Nuestro
entrañable amigo no requiere presentación, bastará con decir que ha sido jurado
en certámenes a nivel internacional, entre ellos XVI Bienal literaria José
Antonio Sucre (Venezuela 2007); Primer concurso de relatos breves El portal voz
(Madrid, España).
Su
labor literaria sigue y en la actualidad posee más de una docena de títulos
publicados, es el eje motor de una página de poesía en la web, además de haber
sido traducido al rumano, catalán y otros países que escapan a mi memoria.
Balcón
del vértigo (Dirección de Publicaciones e Impresos, mayo 2014) es un libro que
destila vida, luz, sombra, sueños y esperanza por un amanecer equitativo, el
poeta pestañea, sube a su barca para viajar desde su Barataria querido hasta
los confines del espacio sideral.
Agregaré
que el poeta André Cruchaga no permite embustes, por eso se desangra en cada
verso y hace de la vida el Leit Motiv hasta acicalarse en imágenes literarias
impregnadas de frases añejadas en su subconsciente:
“Nunca
he aprendido la claridad de los tejados mojados/ por la lluvia; no sé si el
moho trabaja junto a la noche/ o si, recorrido el sol, queda un poco de luz en
mis pupilas”…
Cuando
se comenta un libro, se aprende a leer entre líneas las símiles, y en este arco
iris de versos el poeta André Cruchaga se desnuda ante la palabra cuyas
imágenes literarias no tienen límites.
El
trabajo de un poeta es no dejarse sobornar por la desidia, acicalarse día a
día, romper los esquemas preestablecidos, hurgar en las diferentes ramas del
arte; Filosofía, Química, Aritmética, para escudriña en ellas las razones del
ser, por eso el vate perdura, porque sabe descubrir en medio de la niebla el
caleidoscopio literario.
Ulises
Masis, autor del libro Amo mi soledad, escribió en 1990 que “El poeta es la
plomada de su tiempo”, y vaya que no se equivocó, pues en eso estriba la labor
de un escritor que ha trajinado en estas ligas, que ha quemado velas, pero
además ha comprendido que no debe dejarse guiar por el instinto, porque los
laureles llegarán con el tiempo.
André
Cruchaga ha vivido las auras del despotismo extremo en esta pequeña aldea, pues
sintió la desidia de los años empotrados en las manos del verdugo, por ello
testimonia con sus versos el luto guardado en su alma y no puede callar,
sorprendiéndonos con los siguientes versos:
“En
las manos tengo todavía los días de la tortura. / La humedad bestial en la cama
de la fatiga, / y la pena como un desastre en los jardines./ La miseria es una
letanía funeraria agazapada en folios y manuales”…
Desde
mi óptica, André Cruchaga tiene muchas velas recorridas, horas insepultas
anegadas como huevos de codornices en el atril de la palabra, por eso es que
leer a este poeta chalateco es hacer un alto en nuestro trajinar diario para-
como en un desierto- tomar agua de la madre pura llamada poesía.
En
El Balcón del vértigo el poeta ha subido los andamios de la vida, eso permite
que en su lectura –metafóricamente hablando- encontremos versos amalgamados
entre sí, que son faros de luz en medio de un océano, versos donde cave el amor
y de una forma sutil nos cante:
“Te
lo he dicho tantas veces cuando jugamos a los dados/ de tus poros, cuando los
ojos del hambre espían en tus ingles,/ cuando el zacate de paja se quema en
nuestras pelvis./ En el tapiz de nuestra piel han caído inviernos
inverosímiles/ las escaleras del aliento nos han puesto a prueba de todo”…
Cuando
el poeta toca el tema erótico, no hace más que apuntalar la coraza con que se
ha vestido, por eso recrea la imagen con guirnaldas y en sus versos deja un
sabor en la retina, escritos hechos sin pudor ni temor a la beatería.
Pero
no hablamos de un erotismo burdo cayendo en la pornografía, hablamos de un
erotismo que gusta y regusta, porque leer este tipo de poesía es como manantial
“In crescendo”:
“Desde
el interior de tu pubis, la luz compensa toda la oscuridad/ que su materia
golpea con braceo de peces”…
Con
las líneas anteriores me siento más que compensado al tener en mis manos Balcón
del vértigo, e invito a los lectores a darse un “tours” por los océanos que
habitan en Barataria, que el poeta André Cruchaga recién ha abierto el garaje
de sus sueños para seguir cantándole a la vida.
Ciudad de los quemados
Junio 25 de 2014
Título: Balcón del Vértigo
Autor: André
Cruchaga
Editorial: Dirección de Publicaciones e Impresos
Tiraje: 1000 ejemplares
Precio: $2.00
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