1.27.2010

Residente en tierras extrañas


Alex Canizález
Leyendo parte de su más reciente libro de poemas


“Los que ampliaron el canal de Panamá…/
…los mejores artesanos del mundo/
los que lloraron borrachos por el himno nacional…/
los eternos indocumentados…”
(Poema de Amor) Roque Dalton


El viaje de un ser querido hacia tierras extrañas en busca de mejores derroteros ha sido el talón de Aquiles para las familias salvadoreñas, dado los niveles de pobreza diseminados a lo largo y ancho del país, y aunque en el camino se sufre mucho, un buen porcentaje de “mojarras” ha logrado alcanzar el “sueño americano”, esfuerzo que ha permitido mantener la economía nacional con sus envíos mensuales.
Sin embargo, esa travesía encierra otras historias innombrables, pues algunos compatriotas han sido forzados a dejar su país por sus visiones políticas o para salvaguardar su vida, tal como le ocurrió a un buen número de salvadoreños que viven en países europeos abrigando un sueño por volver a pisar este terruño.
En esa aventura protectora, el “guanaco” trabajador, ha logrado un estatus quo a nivel mundial, ya que en su afán de mantener a su familia no le ha importado trabajar más allá de las ocho horas laborales dejando –además de su fuerza física- sus mejores años de vida.
Casa Prestada es el séptimo libro de Alex Canizález: un hermoso texto con el cual confirma el compromiso asumido como escritor desde hace varios años y un homenaje a los compatriotas residentes en “tierras extrañas”.
El libro aparece bajo el sello de Ediciones Escorpión y presenta imágenes crudas de una realidad vivida mientras huía de “mojado” para el norte –exiliado- del conflicto armado, además de testimoniar la vida del hermano–el mojarras- como le llaman allá, para cuya portada –del libro- colaboró el pintor Juan Carlos Rivas.
Aquí encontrará una honda penetración psicológica del sentir y pensar del latinoamericano que se enfrenta a una lengua que no es la suya, a una idiosincrasia ajena, pero que con el deseo de subsistir en un ambiente hostil trata de llevar la vida.
También recrea al latino que busca su propia identidad por lo cual intenta mantener, aún bajo esas circunstancias, el orgullo del compatriota que no se doblega ante las adversidades, destacándose en cada una de estas líneas la melancolía.
“La vida ha cambiado/ ayer hacía preguntas a mis estudiantes / de tal forma que se despertara en ellos (as) esa curiosidad, esa imaginación… / Ahora/ voy limpiando casas/ cortando jardines/ podando árboles…/ sirviendo de bartender/ de janitor”…
La temática del latino que se va de “mojado” hacia los Estados Unidos, que sale en busca de un destino cuyo fin es labrarse un mañana mejor para él y los suyos sin saber si quedará en el camino.
En esa salida realizará los trabajos que los demás “no quieren hacer”, vivir bajo puentes, en casas de caridad, en parques, portales e iglesias como a él le tocó hacerlo.
Este libro es un homenaje para el compatriota exiliado o no, pero que añora volver a su terruño: “Cuando llegué a EE.UU. / la suela de mis zapatos/ era un grueso de lodo/ parecido al dolor de la nostalgia”.
Y es que cuando en 1989 Alex Canizález decide salir del país y vivir en Los Ángeles, California, no sabe a lo que va; lo único que entiende es que es necesario salvaguardar la vida, tiempo que aprovecha para conocer y querer a la gente en los Estados Unidos, a entender que son personas buenas e igual que nosotros, con sueños e ilusiones.
Pero aclara que aunque ellos le hacían sentir que lo querían, siempre se sintió extraño, como un ave que ha perdido su sentido, que siente vivir en una “Casa prestada”, donde no son suyas las cosas que le rodean.
“Llegamos al Paso Texas/ al Río Grande/ la muerte ahí tiene oscuros brazos… / nadie borrará de mi alma/ aquellos niños asfixiándose/ la muchacha chapaleando/ vi cómo se hundía y flotaba/ una mujer gorda árabe/ sus labios hinchados/ la vida suicida de la nada…”
Los versos buscan concienciar al compatriota sobre su deseo de aventurarse yéndose para los Estados Unidos en busca de un mejor destino; no obstante tener el deseo de paliar la pobreza que le cercena las vísceras. Y como dice la canción de Juan Gabriel: “es hermoso, pero no deja de ser prestado”, como quien dice que es vivir en una tierra que nunca será de uno.
“Soy extranjero/ en esta ciudad/ que ni siquiera imaginé/ … la ciudad tiene un parecido al mundo/ cosas de la imaginación / como ese hombre y sus hijos/ bajo el puente/ con un rótulo colgado al cuello/ gritando/ pidiendo/ suplicando/ I work for food, only”.
El escritor no anda por las ramas para hablarnos de sus vivencias: “en un país que no es tuyo/ no tienes derechos/ ellos no tienen el deber de cumplirlos/ yo era allí el wes back, el “mojarra”/ el inmigrante/ el que desde hace siglos busca su casa”, para más adelante decirnos: “soñé ser biólogo/ genetista… ahora/ aquí estoy/ salto de la caja registradora/ a la cocina/ atiendo clientes/ sonriente/ repitiendo de manera memoriosa “enjoy your meals”/ have goods day/ may I help you”.
Ahora Alex vive en El Salvador, en su casa, juega con sus hijos: “Hay una mata de granadillas hermosa en el patio/ crecen las rosas, los claveles, la grama, los ‘centavos’ verdes y dispersos./ Aquí donde soy muy feliz/ donde algunos pájaros construyen sus nidos y sus sueños en mis grises sueños./ Este soy yo/ un árbol, un hermoso árbol al que le han crecido los sueños, las raíces/ Un aproximado de los que soy/ y así me sostengo, firme en la tierra”, dice tras analizar el camino recorrido, pero que aún espera dar más en la comarca.
No satisfecho aún cierra con un hermoso poema-homenaje dedicado a Rossana: “Porque tú me quieres tanto/ este mi país no está vacío…/ porque tú me quieres/ sé que he perdido el miedo/ a mirarme/ así como soy, a secas/ a secas: Alex Canizález”.
Casa Prestada es, sin tapujos, un homenaje a todos los salvadoreños de la diáspora diseminados a lo largo y ancho del polo terráqueo.




Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista

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