7.08.2010

Fuego sobre el madero



Aunque el libro no sobrepasa el centenar de páginas, sus versos pertenecen a esa línea erótica que hace estremecer la voz

Luis Antonio Chávez

Cuando Fuego sobre el madero llegó a mis manos a través del poeta René Chacón Linares, pensé que eran versos pusilánimes; sin embargo, su lectura me trasportó al erotismo puro, a esas imágenes que se pegan en la piel sin importar la crítica mojigata.
Fuego sobre el madero, escrito por la poeta Dina Posada, está dividido en cuatro partes que, juntas, forman 37 poemas, donde hay imágenes que hablan por sí solas, las toman altura en la figura literaria.
Habrá que reflexionar que en las influencias literarias se involucran factores que ayudan a que las idean encuentren su cauce y la poetisa las ha tenido, aunque niegue que Gioconda Belli ha sido ese pilar importante en su quehacer poético.
“El subconsciente juega tantas vueltas que un poeta, creo, no puede saber exactamente de quién tomó más y de quién menos la influencia. Me entusiasma cuando alguien le pone atención a lo que hago y dice a quien le recuerdo”, dice Posada.
Se me antoja decir que muchos confunden el erotismo con lo pornográfico; por lo que aclararíamos que el primero sólo es insinuación de algo imaginario, mientras que lo otro es exploración de lo tangible.

Muestrario
En Fuego sobre el madero encontramos versos desenfadados, con mucha energía y condimentados con lo mejor de la imagen literaria.
“Cuando mi tacto/ te mira desnudo/ me atrevo a pensar/ que tal vez/ Dios existe”, escribe Posada, para luego agregar: “cabalgamos a rienda suelta/ componiendo/ el ritmo de un jadeo”, P. 23.
En cambio otras líneas dejan la sensación de que no fructificó la idea y nos muestran imágenes comunes: “Tus manos/ siempre encuentran en mi piel/ una senda inexplorada”, (Exploración, Pág. 26).
Veamos el siguiente fragmento, líneas que nos permiten confirmar el clímax de un verso: “Ávido ofidio/ buscando en mi selva/ la dulce fruta jugosa” (Conquistador, Pág. 28).
Sabedora de que el tiempo transcurre y de que el cuerpo tiende a perder fuerzas, pero no el ansia de estar con su pareja, Posada se ubica en ese contexto para expresarlo.
“Pronto se romperá la cadencia/ que sostienen mis días lunares/ encanecerán mis venas/ mi talle tendrá voz/ de verano acabado”, y concluye la idea del poema así: “La lumbre de mi lento atardecer/ será faro de recios brazos/ en las arrugas de tu aliento”, (Pág. 66-67).
Dina Posada, quien nació en El Salvador en 1946, viajó a Guatemala desde muy chica, donde se nacionalizó en 1970. Ahí se ha dado a conocer como poeta, publicando en 1983 su libro Hilos de la noche.
Lo anterior no desmerita un trabajo poético, pues son metáforas universales, en donde caben el amor, el desenfado, y, sobre todo, una concepción amplia de la vida.


Recuadro
Autora: Dina Posada
Título: Fuego sobre el madero
Páginas: 84
1000 ejemplares

1 comentario:

  1. FUEGO SOBRE EL MADERO
    Después de romper el áspero
    castrante
    hostil
    cerrojo de las ataduras
    apuñalé al pecado
    cayendo agónicas
    mis trabas y mis culpas

    Dejé de pedir permiso para vivir

    Disponiendo conocerte
    abrí tus brazos en cruz
    -cristo de mis pasiones-
    y hundí el sabor
    de mi presencia
    en tus pies
    en tu cuello
    en la blanca playa de tu espalda

    Recorriéndote fui creciendo
    hoja de tu rama
    rama de tu árbol
    árbol de tu bosque
    hoja loca al vaivén
    de tu tronco elocuente

    Empinando a la fiebre
    mi despertar
    caminé y rodé en tus cumbres
    y tu sexo brotó
    dejando su vasta lluvia
    en mi rezumante tierra nueva.

    Me encanta la poesia de Dina Posada.

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