
Aunque el libro no sobrepasa el centenar de páginas, sus versos pertenecen a esa línea erótica que hace estremecer la voz
Luis Antonio Chávez
Cuando Fuego sobre el madero llegó a mis manos a través del poeta René Chacón Linares, pensé que eran versos pusilánimes; sin embargo, su lectura me trasportó al erotismo puro, a esas imágenes que se pegan en la piel sin importar la crítica mojigata.
Fuego sobre el madero, escrito por la poeta Dina Posada, está dividido en cuatro partes que, juntas, forman 37 poemas, donde hay imágenes que hablan por sí solas, las toman altura en la figura literaria.
Habrá que reflexionar que en las influencias literarias se involucran factores que ayudan a que las idean encuentren su cauce y la poetisa las ha tenido, aunque niegue que Gioconda Belli ha sido ese pilar importante en su quehacer poético.
“El subconsciente juega tantas vueltas que un poeta, creo, no puede saber exactamente de quién tomó más y de quién menos la influencia. Me entusiasma cuando alguien le pone atención a lo que hago y dice a quien le recuerdo”, dice Posada.
Se me antoja decir que muchos confunden el erotismo con lo pornográfico; por lo que aclararíamos que el primero sólo es insinuación de algo imaginario, mientras que lo otro es exploración de lo tangible.
Muestrario
En Fuego sobre el madero encontramos versos desenfadados, con mucha energía y condimentados con lo mejor de la imagen literaria.
“Cuando mi tacto/ te mira desnudo/ me atrevo a pensar/ que tal vez/ Dios existe”, escribe Posada, para luego agregar: “cabalgamos a rienda suelta/ componiendo/ el ritmo de un jadeo”, P. 23.
En cambio otras líneas dejan la sensación de que no fructificó la idea y nos muestran imágenes comunes: “Tus manos/ siempre encuentran en mi piel/ una senda inexplorada”, (Exploración, Pág. 26).
Veamos el siguiente fragmento, líneas que nos permiten confirmar el clímax de un verso: “Ávido ofidio/ buscando en mi selva/ la dulce fruta jugosa” (Conquistador, Pág. 28).
Sabedora de que el tiempo transcurre y de que el cuerpo tiende a perder fuerzas, pero no el ansia de estar con su pareja, Posada se ubica en ese contexto para expresarlo.
“Pronto se romperá la cadencia/ que sostienen mis días lunares/ encanecerán mis venas/ mi talle tendrá voz/ de verano acabado”, y concluye la idea del poema así: “La lumbre de mi lento atardecer/ será faro de recios brazos/ en las arrugas de tu aliento”, (Pág. 66-67).
Dina Posada, quien nació en El Salvador en 1946, viajó a Guatemala desde muy chica, donde se nacionalizó en 1970. Ahí se ha dado a conocer como poeta, publicando en 1983 su libro Hilos de la noche.
Lo anterior no desmerita un trabajo poético, pues son metáforas universales, en donde caben el amor, el desenfado, y, sobre todo, una concepción amplia de la vida.
Recuadro
Autora: Dina Posada
Título: Fuego sobre el madero
Páginas: 84
1000 ejemplares
FUEGO SOBRE EL MADERO
ResponderEliminarDespués de romper el áspero
castrante
hostil
cerrojo de las ataduras
apuñalé al pecado
cayendo agónicas
mis trabas y mis culpas
Dejé de pedir permiso para vivir
Disponiendo conocerte
abrí tus brazos en cruz
-cristo de mis pasiones-
y hundí el sabor
de mi presencia
en tus pies
en tu cuello
en la blanca playa de tu espalda
Recorriéndote fui creciendo
hoja de tu rama
rama de tu árbol
árbol de tu bosque
hoja loca al vaivén
de tu tronco elocuente
Empinando a la fiebre
mi despertar
caminé y rodé en tus cumbres
y tu sexo brotó
dejando su vasta lluvia
en mi rezumante tierra nueva.
Me encanta la poesia de Dina Posada.